lunes, 30 de junio de 2008

Capítulo 1: Encuentro

Espero que les haya gustado el capítulo 0, era el piloto pensé que no lo publicaria xD
Les dejo la continuación ^^ dejen comentarios!! =D

Capítulo 1: Encuentro


Quizá fue el frescor de la mañana, tal vez fue que había pasado ya el peligro. Por la razón que sea, Jaspen estaba bastante animado para salir a correr esa mañana. Se podía observar un hermoso cielo azul, desde aquella colina, era el más hermoso de los amaneceres. El único ojo de Jaspen apreciaba esos rayos de Sol. A pesar de que todo el bosque estaba completamente destruido, era increíble lo preciosa que podría ser la naturaleza. La pequeña cabaña en la que vivía parecía ser perfecta para un fin de semana con su pareja. Era una lástima que en ese tiempo no pudieses pasear cómodo por donde quisieses. Uno nunca podría saber cuando el lugar en el que estaba fuera bombardeado por aviones enemigos.

A pesar de esto, Jaspen no tenía miedo. La muerte no te aterraba. Sabia perfectamente que llegaría en cualquier momento y estaría ansioso, al fin y al cabo el sabia cuando y como sería el final.

Apretó los cordones de uno su tenis y se levanto lentamente. Algo no estaba bien. El aire apestaba a muerte. Hizo un gesto de desagrado con la cara y emprendió su caminata. Ese día corrió como nunca lo había hecho.

De regreso, quedo asombrado al ver su cabaña completamente destruida. Un hombre estaba a un lado de los restos. Se acompañaba de otra persona de talla alta. Jaspen sonrió –“¡Joseph, que milagro! ¿Qué te trae por aquí?”- gritó desde lejos.

-“¡Jaspen! ¿No sabes las nuevas? El alto mandatario te ha desterrado, gracias a tu ineptitud nos has llevado al borde del peligro. – Lo decía un poco molesto el hombre más bajo.

-“Sabía que esto podía suceder, anda, estoy preparado…”- Dio media vuelta y respiró profundamente. Levanto un poco la mirada para poder apreciar por última vez ese bello cielo que Dios le había obsequiado.

Una bala atravesó su nuca y en un instante murió.


Fue en el año 2014 cuando comenzó la tercera guerra mundial. Pocos sabían los verdaderos motivos del inicio de esta guerra. Algunos países ya estaban totalmente destruidos. Era algo muy duro, parecía que el final de los tiempos estaba por llegar. Parecía imposible que algún día se pudiera observar ese cielo azul de nuevo. La república independiente había hecho su gran aparición en el año de 2012 y desde ese mismo año tubo sus enemigos. Se declaraban como el futuro absoluto, que ellos tenían la solución a todas las incógnitas de esta vida y quien se resistiera al cambio lo pagaría con sangre. Joseph Kepler era ya uno de los más viejos de esa organización. Era respetado por todos, era una buena persona a pesar de su carácter tan fuerte. El había entrenado a cientos de niños en el uso de armas mortíferas. Su mente fría lo llevo casi al borde de la locura al tratar como verdaderos perros callejeros a esa bola de infantes que habían secuestrados años antes. Esos niños no conocían el dolor. No conocían nada de eso. Palabras como amigo, paz, amor, piedad no estaban en su vocabulario.


Hace algunos años, en 1996 para ser más exactos, termino con la vida de más de 1000 recién nacidos, por que no tenían un ADN fuerte. A Joseph no le importaba la vida de las demás personas, en su mente solo estaba una cosa: conseguir las mejores armas humanas jamás desarrolladas en todo el planeta.

El día del atraco mundial, Joseph fue capaz de asesinar a su esposa que estaba a punto de parir, ¿Qué no se puede esperar de este individuo?


Ese día, todas las personas de la república independiente participaron en el secuestro de los niños. Los tomaron y se los llevaron simplemente para convertirlos en armas. Era un cruel destino.

Pero a Joseph no le importaba. Les realizaron estudios a todos los niños, los que estaban enfermos los incineraban, los que serían débiles los aventaban a una fosa, que cada vez que se llenaba la tapaban y hacían otra. Después de todo eso sobrevivió un poco mas de la mitad.

Separaron a los hombres de las mujeres e hicieron que no tuvieran contacto alguno con los de otro sexo. Crecieron sin conocer al otro sexo, hasta que tuvieron 12 años. Todos y cada uno de los niños fueron entrenados bajo el más pesado sistema de sobre vivencia. La mitad murió durante los fuertes entrenamientos, no eran entrenamientos normales. Además, ellos no solo servían para destruir, tenían la habilidad de crear. Eran más que armas de pelea expertos en el bello arte del asesinato, tenían inteligencia. Su capacidad logística fue desarrollada al máximo. Pero algo que jamás les mostraron fueron los sentimientos.


-“¡Hoy es un día muy especial!”- Joseph parecía estar más contento que de costumbre -“Hoy, morirán la mayoría de ustedes, es por eso que hoy es un día especial.”-

Los 100 “niños” que quedaban parecía no importarles esas palabras, todos estaban reunidos en un las orillas de un campo de guerra.

-“Siempre me ha intrigado, quienes habrán sido entrenados mejor. Si la agilidad y la forma tan sutil de exterminar a las victimas de las mujeres. O la maldita destreza destructora de los hombres.”- Se rió un poco y continuó –“Estamos en época de guerra, no nos podemos dar el lujo de tener 100 soldados si todos son una bola incompetentes, por mis acciones he recibido muchas críticas, pero no me importa. Aquí se hace como yo digo. Aquí yo lo dirijo todo.”- Calló un poco y prosiguió un poco más calmado –“Todos han recibido ya un paquete con todo lo necesario para sobrevivir, todos tienen las mismas cosas, así que no creo que haya problemas”- Dio unos cuantos pasos hacia delante y continuó –“Todos entrarán al campo. Tienen 10 minutos para explorar el área, después de ese tiempo les daré la señal y… maten a todos los que puedan en 30 minutos. Solo se quedarán los sobrevivientes. Espero de corazón, que la mayoría mueran y así tengamos a los próximos genes humanos perfectos.”-


Los 100 jóvenes de apenas 14 años entraron a ese lugar horrible, había cadáveres y restos de animales por todos lados. Todos empezaron a correr, algunos construyeron trampas esperando que alguien cayera. Otros preparaban grandes y perfectas armas. Otros más exploraban el área en busca de cualquier utilidad.

Lorea era de las mejores combatientes, su habilidad no podía ser comparada con nadie. Su destreza era inigualable. Lorea exploraba toda el área, de vez en cuando que se encontraba a alguien lo localizaba y aguardaba para cuando empezara la batalla, aniquilarlo. Momentos antes de que se diera la orden de empezar a atacar revisó su equipamiento: una katana, cadenas y algunos explosivos. Ella no ocupaba mucho de eso así que enterró las cadenas y los explosivos.

Ahora sí estaba lista para la pelea.


Escuchan la señal.


Si alguien pasara caminando por ahí no sentiría la presencia de ni un solo individuo cerca. Eran unos ninjas totales. Lorea se refugiaba bajo un pequeño puente destruido. Escuchó unos pasos cerca de ella, se concentró. Era un hombre de aproximadamente 79 Kg. Parecía que no quería ser descubierto, a pesar de ello, Lorea pudo sorprenderlo por atrás, le clavó la katana por la espalda, le dio una vuelta de 90 grados al mango y corto por la mitad el torso del pobre hombre. Fue bastante simple. Pero solo era el comienzo, detrás de ella había alguien asechando, cerró los ojos y esperó. Una voz en su interior grito de golpe ¡YA! Y ella dio un saltote poco más de dos metros, inclino la katana hacia abajo y perforo el cráneo de alguien más. Entonces decidió volver a su escondite, cual fue su sorpresa que al llegar minas plantadas en su lugar, era seguro que alguien la vigilaba, rápido, recobró y dio un salto hacia delante tan solo para evadir el fuego de la explosión. Curiosamente, alguien estaba tras ella también y murió a causa de la explosión. “Demasiado sencillo”, pensaba ella.

De pronto, una luz ilumino el cielo, era una bengala, esa maldita luz la había segado durante unos cuantos segundos. No se pudo percatar que fue lo que había sucedido, solo escuchó ruido, mucho ruido. Unos cuantos golpes de espadas, unos pocos gritos… ¡Bah! Nada que no hubiera escuchado antes. Pero el terror asecho cuando pudo ver por fin a todas las personas que estaban ahí. Todas estaban paradas, el cielo se había iluminado por completo que la única oscuridad eran las sombras de lo árboles. Todos habían salido de su escondite. Maldita sea, esto será peor de lo que cualquiera había imaginado.

Sin pensarlo, todos empezaron a moverse. Lorea visualizó tres blancos fáciles. Se encorvó un poco y emprendió carrera, agitó su katana solo tres veces y se llevo tres cabezas fáciles.

Alguien la vigilaba.


Desde la copa de un árbol, un individuo con cadenas en las muñecas veía a Lorea, sabia que no sería sencillo capturarla, pero sería divertido. Le gustaban los retos. Así que calculando la velocidad con la que ella corría y con la que el llegaría a alcanzarla, se abalanzo y empezó a ir tras ella.

Lorea se percató y decidió no huir, ambos se detuvieron por un momento, los dos querían pelear, tenían sed de sangre.

Como si fuesen competencias, se miraron a los ojos fríamente, miraron el reflejo de sus miradas, eso no era odio, eran ganas pelear.

Como si lo tuviesen premeditado, emprendieron vuelvo hacia la muerte. Continuaban mirándose mientras se acercaban ¡más, más y más!

Llegaron al punto que no podían acercarse más y comenzó una furiosa pelea entre los dos. ¡Era imposible! Los dos eran bastante buenos. Lorea esquivaba los golpes evadiéndolos, y el otro individuo retenía sus ataques con su extremadamente dura cadena.

Pero no pudieron permanecer mucho tiempo a solas, aún habían cientos de combatientes más. Llegó el momento, en que alguien vino a interferir. Como Lorea tubo la oportunidad, clavó su katana en uno de los orificios oculares y cortó el cráneo para sacar la katana y al mismo tiempo cortar del cuello a otro desprevenido. Por otro lado, la fuerza desmedida del otro sujeto había cortado los cuellos de 3 personas al mismo tiempo. Eso era tener el poder.

Volvieron a mirarse y se acercaron a pasos lentos, Lorea, con la katana desenvainada y bañada en sangre, jadeaba de cansancio. El otro sujeto, por su parte, aun tenia suficiente por que dar. Una sombra enorme cubrió el cuerpo del tipo con las cadenas, maldición, era un hombre de por lo menos 2 metros y 30 centímetros, tenia ambas manos alzadas, sosteniendo una katana. Parecía el final de su vida. Lorea sin pensarlo dos veces, se abalanzo sobre el enorme tipo encajándole su katana en el abdomen, con gran agilidad trepó hasta sus hombros y logró arrebatarle su katana. Fue algo totalmente impresionante.

Parada sobre sus dos hombros y con otra katana en mano cortó la cabeza del contrincante y como tal trofeo, tomo por el cabello la cabeza y la levanto por lo más alto que sus brazos alcanzaban. La recién cortada yugular aventaba sangre como manguera de patio y ella parecía la pequeña niña que se divertía bajo las gotas que le salpicaban. El cuerpo aún permanecía parado. Ella le había salvado la vida a ese desconocido rival.

-“¿Qué diablos has hecho?”-El tipo de las cadenas preguntó con golpe de furia –“No tenias que salvarme, ¡Somos enemigos!”-

-“Realmente no me importa que es lo que pienses.”- Respondió ella con desagrado –“Aún puedes morir. ¿No?”-

-“¡Si serás…!”- Gritó con un gesto de odio y ambos dieron un brinco para atacar al otro.


Todo acabó. Ella lo sometió contra el suelo, lo tomo del cuello y la punta de su catana apuntaba directamente a en medio de sus dos ojos.


-“¿Qué esperas? ¡Mátame!”- Le gritaba enfurecido.

Pero ella lo miraba a los ojos, lo tomaba cada segundo con más fuerza. Sentía que lo odiaba, aun así, todavía no acababa con su vida.


Se escucho un sonido extraño. Y una voz salida de la nada les pronunció “Felicidades sobrevivientes, por hoy hemos terminado, por favor retírense



Osuka

Capítulo 0: Rendición

Bien, he empezado a escribir una novela que espero les guste, conforme vaya escribiendo mas capítulos los iré publicando ^^ si les gusta dejen comentario!! =D
(aun no se como llamarla, sugerencias??)

Capítulo 0: Rendición

Miles de niños secuestrados, un atraco mundial, se leían en las cabeceras de los periódicos una fría mañana de 1996. Un día antes había sido apocalíptico para cientos de familias en todo el mundo. Masivamente, secuestraron bebes recién nacidos de muchos hospitales alrededor del mundo. Todo el mismo día. Todo a la misma hora. Era una crisis a nivel internacional.


La Comedia Dramática se burlaba de los gobiernos y su seguridad, hacían parodias entupidas sobre niños secuestrados. Agencias de todo el mundo recurrieron al llamado internacional pero sin éxito alguno.

¿Dónde están todos esos niños?

¿Quién lo habrá hecho.. por qué?

Pasaron 5 años y el dolor de todas esas familias permanecía vivo, esas heridas eran latentes, nada podía calmar aquel sufrimiento. Aun no había rastros de nada, varios gobiernos habían dado caso cerrado a aquel misterio.


Joseph Kepler mata a su propio hijo.


En ese entonces, Joseph era un hombre que ya se le notaban las canas de la edad. Era una persona normal con una familia normal.

Trabajaba en una pequeña oficina en el centro de Alemania, Berlín. Era feliz, no ganaba mucho pero vivía a gusto y sin problemas. El y su esposa nunca pudieron tener un hijo, ella siempre insistía que quería adoptar pero el se negaba. El solo querría a su sangre.

-“Te lo he dicho ya mil veces, no quiero adoptar. Por favor no insistas…” – cerro la puerta y se dirigió al trabajo.

Antes de encender el auto, inclinó la nuca hacia atrás y suspiró.

A el le hubiera gustado tener un hijo, alguien a quien cuidar. El había imaginado miles de veces como jugaba con un pequeño en el parque del centro de la ciudad. Se había imaginado también algunos de sus primeros cumpleaños. Pero sus sueños se extinguieron cuando aquella persona vestida de blanco les entrego los resultados. Ella no era fértil.

Así pasaron algunas noches, ella lloraba y el la consolaba. Después de algunas semanas ella le propuso la adopción. El resto es se volvería historia de todos los días.

Joseph encendió el coche y lentamente arranco. Avanzo un poco y…

…abrió los ojos.


Sentía dolor, mucho dolor. Su cabeza podría estallar en cualquier segundo. Aun así volteo a ver a varios lados. No estaba en su auto, eso era seguro. Un hombre vestido de rojo lo observaba. Extrañamente, ese hombre se le hacia conocido, le sonreía. A Joseph le ardía la cabeza, no le importaba donde estaba, solo quería acabar con ese dolor. Si le hubieran sugerido una muerte rápida y sin dolor, seguro hubiera aceptado. El hombre se acerco al oído de Joseph y le susurro “Marcus 66, ya es hora…”. Un pequeño momento de silencio reinó la mente de Joseph, sus ojos se dilataron hasta parece que desbordarían sus pequeñas pupilas. El hombre dejo un sobre en su pecho y se marchó. Joseph se limitó a esconder el sobre bajo su espalda y de nuevo intentó dormir.

Poco menos de 20 horas después despertó. Tenía fuerzas, ya no le dolía nada. Se sentía mas joven que nunca. Arranco un par de tubos que conectaban un respirador artificial con su cuello. Si, le dolió, pero podía respirar bien.

Volteo a ver a su alrededor. Estaba en un cuarto de un hospital. Se levantó un poco y colocó su espalda sobre su almohada. Recordó que alguien lo había visitado aun que no estaba seguro si era algo que en realidad sucedió o lo había soñado. Revisó bajo su espalda y ahí estaba ese sobre, lo sintió pero no lo quería ver, no aún. Tan solo recordar aquellas palabras lo estremecían…


Marcus 66, ya es hora.”.


¿Por qué, por que en ese momento? Joseph nunca se lo había tomado tan en serio. Pensó alguna enfermedad lo mataría antes de que ese día llegase.

Cerró sus ojos y comenzó a tratar de recordar que fue lo que sucedió antes de llegar a ese lugar. De un momento a otro, la puerta de su cuarto se abrió. Una señora gorda le miraba sorprendida. Una lágrima recorrió paseo sobre su mejilla hasta llegar a su sonrisa. La señora gorda corrió a abrazar a su marido.

-“Te extrañe tanto, me hiciste mucha falta.” – Lo decía entre sollozos.

Joseph no sabía a lo que se refería. No tenía ni idea de que habían pasado casi 6 meses desde un grave accidente, donde él fue el único sobreviviente.

Ella se retiró un poco, sostuvo la manó de el entre las suyas y lentamente la colocó sobre su estomago.

-“Estamos embarazados.” – Le dijo mientras un par de ríos de lágrimas le recorrían la cara. –“Por fin podremos ser padres.”-

Joseph aún no comprendía muchas cosas, su mente continuaba girando.

-“¿Qué sucede? ¿Por qué no dices nada? – Jessie, su esposa, aun sollozaba, agacho un poco la mirada.

-“Cu… cu… cuanto tiempo…”- Aún no podía hablar bien Joseph, pasó mucho tiempo.

-“5 meses y medio.” – Levanto la mirada, le veía directamente a los ojos. –“No hace falta que te esfuerces demasiado, todo irá bien”. – Una sonrisa fue más que suficiente para volver a tranquilizar a Jessie.

-“Todo esta bien, pronto podremos regresar a casa.”-


Joseph tomó un sorbo de su café, lo retiro cuando el labio le ardió. Jessie, a punto de dar a luz, seguía preparando un waffle para su esposo. Joseph ya se había recuperado por completo y sus compañeros de trabajo le realizaron una fiesta por su regreso.

Joseph sentía que todo estaba bien. En realidad no lo estaba.

Terminó su waffle y su café, se dirigió a su alcoba donde se preparaba para ir a trabajar. Se observo en el espejo, reviso sus dientes y justo al dar un paso afuera de su cuarto el teléfono le gritó.

-“Bueno días, me puede comunicar con el señor Kepler, por favor”. – Una voz decía a través de la bocina.

-“Sí, soy yo.” – Respondió Joseph.

-“Hemos comenzado, en unos momentos llegará a buscarlo alguno de nuestros agentes”- Esa voz gruesa sacudió de golpe a Joseph. –“¿Ha leído la carta que le enviamos hace un poco?, estamos ansiosos por su regreso, general Kepler.”-

Joseph bajó un poco la voz.

-“De acuerdo, comprendo, ahí estaré hoy mismo.”- Colgó el teléfono.


Jessie, en la sala, sostenía el teléfono. Aun lo tenía contra su oído. Su boca estaba abierta.

Joseph la observó.

-“¿Estabas escuchando?”- preguntó Joseph un poco molesto.

-“¿A dónde vas a ir? ¡Tu hijo esta por nacer!” – Empezó a gritar con su voz aguda e irritante.

-“No es algo que te incumba, simplemente lo tengo que hacer.” – regresó a su habitación, sacó una maleta y comenzó a guardar un poco de ropa.

Jessie esperaba en el marco de la puerta, lloraba.

-“¿A dónde vas?” –

-“Ya te he dicho que no molestes” –

Cerró la maleta y encaminó hacia ella.

-“Lo siento, en verdad, lo siento” –

Jessie tomo la mano de aquel idiota y la colocó sobre su vientre.

-“Es nuestro hijo, Jos. ¡Quédate, te lo suplico! Esta por nacer”. –

-“No puedo, lo siento”-

Bajo las escaleras y justo al llegar al último escalón escuchó un grito, el grito más fuerte que ha escuchado en toda su vida. Subía apresurado y vio una mancha justo debajo de su esposa.

-“Es hora, Joseph, no me puedes abandonar.” –

Joseph de un momento a otro recordó los últimos 25 años de su vida. No podía creer que era lo que tenia en mente. De alguna manera, Joseph cambió de un momento a otro completamente de personalidad.

-“Vamos amor.”-

Le ayudo a bajar las escaleras.

-“Espérame un poco, ya vuelvo, voy por las llaves.”- Le susurro Joseph y se dirigió a la cocina por un largo y afilado cuchillo.

Regreso con su esposa. El ambiente era oscuro y desagradable.

Llego por la espalda. Tenía la cabeza gacha. Sostenía aquel instrumento con la mano derecha.

-“Jes…”- ella volteó. –“Te amo.”-

-“Jos, ¿Por qué tienes ese…” – no pudo seguir hablando, jamás volvería a hablar de nuevo.

-“¡Lo siento, de verdad lo siento! ¡Lo siento tanto, amor!” – su brazo izquierdo abrazaba el cuerpo de su esposa, su dentadura mordía fuertemente la clavícula de ella. –“¡Lo siento!”-

El cuchillo que sostenía ahora estaba enterrado hasta el mango en el vientre de ella. La sangre salía y parecía no tener fin.

Con las pocas fuerzas que le quedaban, levantó su rostro y coloco sus delicados labios sobre los de él. El no sabia que sucedía, por que estaba asesinando a su propia esposa y a su hijo.

El cuchillo salía y entraba una y otra vez. Ella lo continuaba besando. La sangre no paraba. Todo fue rápido y tranquilo. Pero esa tranquilidad no era paz.

Llego el momento, el cuerpo de su esposa yacía en la alfombra de la sala. Un hombre tocaba la puerta y, Joseph, bañado en sangre abrió.

-“Tenemos que irnos, general. La operación Marcus 66 ha comenzado.” –

Joseph salió de esa casa. Esa casa a la que no volvería jamás.



Osuka

Inicio blog personal

Pues bien muchos ya me conocerán, soy Osuka, un adicto a la tecnología y a cosas relacionadas. Pienso poner idioteces chidas en este lugar, asi que no dudes en visitarme constantemente, te aseguro que te agradará.

Y pues comments!! ^^