lunes, 30 de junio de 2008

Capítulo 0: Rendición

Bien, he empezado a escribir una novela que espero les guste, conforme vaya escribiendo mas capítulos los iré publicando ^^ si les gusta dejen comentario!! =D
(aun no se como llamarla, sugerencias??)

Capítulo 0: Rendición

Miles de niños secuestrados, un atraco mundial, se leían en las cabeceras de los periódicos una fría mañana de 1996. Un día antes había sido apocalíptico para cientos de familias en todo el mundo. Masivamente, secuestraron bebes recién nacidos de muchos hospitales alrededor del mundo. Todo el mismo día. Todo a la misma hora. Era una crisis a nivel internacional.


La Comedia Dramática se burlaba de los gobiernos y su seguridad, hacían parodias entupidas sobre niños secuestrados. Agencias de todo el mundo recurrieron al llamado internacional pero sin éxito alguno.

¿Dónde están todos esos niños?

¿Quién lo habrá hecho.. por qué?

Pasaron 5 años y el dolor de todas esas familias permanecía vivo, esas heridas eran latentes, nada podía calmar aquel sufrimiento. Aun no había rastros de nada, varios gobiernos habían dado caso cerrado a aquel misterio.


Joseph Kepler mata a su propio hijo.


En ese entonces, Joseph era un hombre que ya se le notaban las canas de la edad. Era una persona normal con una familia normal.

Trabajaba en una pequeña oficina en el centro de Alemania, Berlín. Era feliz, no ganaba mucho pero vivía a gusto y sin problemas. El y su esposa nunca pudieron tener un hijo, ella siempre insistía que quería adoptar pero el se negaba. El solo querría a su sangre.

-“Te lo he dicho ya mil veces, no quiero adoptar. Por favor no insistas…” – cerro la puerta y se dirigió al trabajo.

Antes de encender el auto, inclinó la nuca hacia atrás y suspiró.

A el le hubiera gustado tener un hijo, alguien a quien cuidar. El había imaginado miles de veces como jugaba con un pequeño en el parque del centro de la ciudad. Se había imaginado también algunos de sus primeros cumpleaños. Pero sus sueños se extinguieron cuando aquella persona vestida de blanco les entrego los resultados. Ella no era fértil.

Así pasaron algunas noches, ella lloraba y el la consolaba. Después de algunas semanas ella le propuso la adopción. El resto es se volvería historia de todos los días.

Joseph encendió el coche y lentamente arranco. Avanzo un poco y…

…abrió los ojos.


Sentía dolor, mucho dolor. Su cabeza podría estallar en cualquier segundo. Aun así volteo a ver a varios lados. No estaba en su auto, eso era seguro. Un hombre vestido de rojo lo observaba. Extrañamente, ese hombre se le hacia conocido, le sonreía. A Joseph le ardía la cabeza, no le importaba donde estaba, solo quería acabar con ese dolor. Si le hubieran sugerido una muerte rápida y sin dolor, seguro hubiera aceptado. El hombre se acerco al oído de Joseph y le susurro “Marcus 66, ya es hora…”. Un pequeño momento de silencio reinó la mente de Joseph, sus ojos se dilataron hasta parece que desbordarían sus pequeñas pupilas. El hombre dejo un sobre en su pecho y se marchó. Joseph se limitó a esconder el sobre bajo su espalda y de nuevo intentó dormir.

Poco menos de 20 horas después despertó. Tenía fuerzas, ya no le dolía nada. Se sentía mas joven que nunca. Arranco un par de tubos que conectaban un respirador artificial con su cuello. Si, le dolió, pero podía respirar bien.

Volteo a ver a su alrededor. Estaba en un cuarto de un hospital. Se levantó un poco y colocó su espalda sobre su almohada. Recordó que alguien lo había visitado aun que no estaba seguro si era algo que en realidad sucedió o lo había soñado. Revisó bajo su espalda y ahí estaba ese sobre, lo sintió pero no lo quería ver, no aún. Tan solo recordar aquellas palabras lo estremecían…


Marcus 66, ya es hora.”.


¿Por qué, por que en ese momento? Joseph nunca se lo había tomado tan en serio. Pensó alguna enfermedad lo mataría antes de que ese día llegase.

Cerró sus ojos y comenzó a tratar de recordar que fue lo que sucedió antes de llegar a ese lugar. De un momento a otro, la puerta de su cuarto se abrió. Una señora gorda le miraba sorprendida. Una lágrima recorrió paseo sobre su mejilla hasta llegar a su sonrisa. La señora gorda corrió a abrazar a su marido.

-“Te extrañe tanto, me hiciste mucha falta.” – Lo decía entre sollozos.

Joseph no sabía a lo que se refería. No tenía ni idea de que habían pasado casi 6 meses desde un grave accidente, donde él fue el único sobreviviente.

Ella se retiró un poco, sostuvo la manó de el entre las suyas y lentamente la colocó sobre su estomago.

-“Estamos embarazados.” – Le dijo mientras un par de ríos de lágrimas le recorrían la cara. –“Por fin podremos ser padres.”-

Joseph aún no comprendía muchas cosas, su mente continuaba girando.

-“¿Qué sucede? ¿Por qué no dices nada? – Jessie, su esposa, aun sollozaba, agacho un poco la mirada.

-“Cu… cu… cuanto tiempo…”- Aún no podía hablar bien Joseph, pasó mucho tiempo.

-“5 meses y medio.” – Levanto la mirada, le veía directamente a los ojos. –“No hace falta que te esfuerces demasiado, todo irá bien”. – Una sonrisa fue más que suficiente para volver a tranquilizar a Jessie.

-“Todo esta bien, pronto podremos regresar a casa.”-


Joseph tomó un sorbo de su café, lo retiro cuando el labio le ardió. Jessie, a punto de dar a luz, seguía preparando un waffle para su esposo. Joseph ya se había recuperado por completo y sus compañeros de trabajo le realizaron una fiesta por su regreso.

Joseph sentía que todo estaba bien. En realidad no lo estaba.

Terminó su waffle y su café, se dirigió a su alcoba donde se preparaba para ir a trabajar. Se observo en el espejo, reviso sus dientes y justo al dar un paso afuera de su cuarto el teléfono le gritó.

-“Bueno días, me puede comunicar con el señor Kepler, por favor”. – Una voz decía a través de la bocina.

-“Sí, soy yo.” – Respondió Joseph.

-“Hemos comenzado, en unos momentos llegará a buscarlo alguno de nuestros agentes”- Esa voz gruesa sacudió de golpe a Joseph. –“¿Ha leído la carta que le enviamos hace un poco?, estamos ansiosos por su regreso, general Kepler.”-

Joseph bajó un poco la voz.

-“De acuerdo, comprendo, ahí estaré hoy mismo.”- Colgó el teléfono.


Jessie, en la sala, sostenía el teléfono. Aun lo tenía contra su oído. Su boca estaba abierta.

Joseph la observó.

-“¿Estabas escuchando?”- preguntó Joseph un poco molesto.

-“¿A dónde vas a ir? ¡Tu hijo esta por nacer!” – Empezó a gritar con su voz aguda e irritante.

-“No es algo que te incumba, simplemente lo tengo que hacer.” – regresó a su habitación, sacó una maleta y comenzó a guardar un poco de ropa.

Jessie esperaba en el marco de la puerta, lloraba.

-“¿A dónde vas?” –

-“Ya te he dicho que no molestes” –

Cerró la maleta y encaminó hacia ella.

-“Lo siento, en verdad, lo siento” –

Jessie tomo la mano de aquel idiota y la colocó sobre su vientre.

-“Es nuestro hijo, Jos. ¡Quédate, te lo suplico! Esta por nacer”. –

-“No puedo, lo siento”-

Bajo las escaleras y justo al llegar al último escalón escuchó un grito, el grito más fuerte que ha escuchado en toda su vida. Subía apresurado y vio una mancha justo debajo de su esposa.

-“Es hora, Joseph, no me puedes abandonar.” –

Joseph de un momento a otro recordó los últimos 25 años de su vida. No podía creer que era lo que tenia en mente. De alguna manera, Joseph cambió de un momento a otro completamente de personalidad.

-“Vamos amor.”-

Le ayudo a bajar las escaleras.

-“Espérame un poco, ya vuelvo, voy por las llaves.”- Le susurro Joseph y se dirigió a la cocina por un largo y afilado cuchillo.

Regreso con su esposa. El ambiente era oscuro y desagradable.

Llego por la espalda. Tenía la cabeza gacha. Sostenía aquel instrumento con la mano derecha.

-“Jes…”- ella volteó. –“Te amo.”-

-“Jos, ¿Por qué tienes ese…” – no pudo seguir hablando, jamás volvería a hablar de nuevo.

-“¡Lo siento, de verdad lo siento! ¡Lo siento tanto, amor!” – su brazo izquierdo abrazaba el cuerpo de su esposa, su dentadura mordía fuertemente la clavícula de ella. –“¡Lo siento!”-

El cuchillo que sostenía ahora estaba enterrado hasta el mango en el vientre de ella. La sangre salía y parecía no tener fin.

Con las pocas fuerzas que le quedaban, levantó su rostro y coloco sus delicados labios sobre los de él. El no sabia que sucedía, por que estaba asesinando a su propia esposa y a su hijo.

El cuchillo salía y entraba una y otra vez. Ella lo continuaba besando. La sangre no paraba. Todo fue rápido y tranquilo. Pero esa tranquilidad no era paz.

Llego el momento, el cuerpo de su esposa yacía en la alfombra de la sala. Un hombre tocaba la puerta y, Joseph, bañado en sangre abrió.

-“Tenemos que irnos, general. La operación Marcus 66 ha comenzado.” –

Joseph salió de esa casa. Esa casa a la que no volvería jamás.



Osuka

2 comentarios:

Vampiiriitha_Adiicthiiva dijo...

oh mai gosh.!!
sn palabras, sta super geneaL
tu capiituLo 0,
m djazt piicadiiziima.!!

oOsuka mga rulez.!!

AnimeVirus dijo...

hola...

Estoy leyendo tu novela y no me parecio tan buena...

no, no es cierto...
jeje
espero que no te hayas dejado llevar por lo de arriba...

la verdad es que la trama no es nada confusa, (bueno y es que es de misterio no...:P). Si puedo sugerirte algo es que no adelantes mucho el momento de la accion, lo digo porque me agrada mucho la atmosfera de suspense que le pones XD.

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